Friday, September 22, 2006


XIV. GIRLCHILD WHIPLASH IN THE DARKNESS


Los mecanismos que fijan para siempre a determinados personajes en la memoria colectiva de los pueblos son tan estrafalarios como misteriosos. Y en el caso de Irma, más. La cuestión es que prensa sensacionalista no va a consentir que la muerte le estropee una buena historia. El mundo entero, fascinado, está ávido de información sobre los campos. Y todo vale. Es entonces cuando afloran las historias más enfermizas, las más aberrantes. Las mejores son la de las tres lámparillas elaboradas en piel humana que se habrían hallado en su mochila tras la entrega del campo a los británicos, y el caso de la parturienta amarrada por los pies para obtener oscuros goces sexuales con la visión de su agonía. Ambos son completamente apócrifos. El incidente de la embarazada (de origen desconocido) no aparece en ninguna de las actas del proceso ni en ningún otro lado. El asunto de las lamparillas es particularmente curioso, por varios motivos: Es cierto que tales adminículos fueron hallados, pero no en Belsen, sino en Buchenwald. La leyenda urbana dice que una de ellas exhibía, además, una elegante peana fabricada en tibia humana de origen semita. Imágenes de las mismas pueden verse en los documentales que realizó Billy Wilder sobre los campos, tras el fin de la guerra. Aunque aquello tampoco estaba nada claro, la autoría intelectual de tales creaciones se le atribuyó a otra polémica, y también bastante Pop, dama del III Reich: Fraü Ilse Koch (la “Zorra de Buchenwald”). Incidentalmente, puedo asegurarles que no hay hoy en toda Europa campo de concentración, prisión o lugar donde los nazis pararan a comer - dedicado a la explotación turística - donde el guía no asegure, con expresión compungida, que allí se realizaban terribles experimentos y pululaba una mujer que hacía manualidades con piel humana… Misterios, en fin, de la cultura popular.

Tales imágenes, amplificadas hasta el infinito, van surtiendo su efecto. En la América Profunda, Ed Gein, platónico admirador de la rubia, decide iniciar su propia línea de artículos domésticos fabricados en piel de caucasiano, algo que parece haberse convertido ya en un clásico estadounidense (recuerden "La Matanza De Texas" o “El Silencio De Los Corderos”). A lo largo y ancho de todo el mundo, como movidas por un resorte, dominatrices de toda clase y condición sustituyen la negra melena gótica por el tono dorado y el moño tenso o la trenza austera. Mudan el nombre afrancesado por alguno de resonancias wagnerianas. Caen los tacones y se impone la bota de montar. El cuero negro y las gorras de plato llegan arrasando. Nace el imperio de La Fusta. Las mejores mazmorras medievales, las salas de tortura más chic y los gabinetes disciplinarios más lujosos se llenan de símbolos pangermánicos como si de cervecerías muniquesas se tratase. Los perros van como extra y se pagan aparte.

Mientras, en el abandonado Krema III, los rusos empiezan a ver y a oír cosas raras…

1 Comments:

Anonymous Wendy A. said...

Es prueba contundente que las leyendas urbanas y los chismes de pueblo creados con el afán de atraer turismo, crear fama y escandalizar a la gente influyen en los idiotas que se victimizan y acusan de atrocidades fantasiosas a gente inocente como Grese, Hoess, Mengele y muchos más causándoles injustamente la muerte.

12:20 PM  

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